Apple y Google anunciaron este viernes que desarrollan un sistema en conjunto para alertar a las personas si han entrado en contacto recientemente con otras que dieron positivo por covid-19.
Los dos gigantes indicaron que, en un inicio, ayudarán a que las aplicaciones que ya se utilizan para estos fines funcionen de manera eficiente, pero que su objetivo último es prescindir de estas y crear mecanismos más simples.
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En criterio de ambas empresas, el enfoque respetará cuestiones de privacidad y las personas participarían de forma voluntaria y anónima.
El método de rastreo de contactos funcionaría mediante el uso de las señales Bluetooth de los teléfonos inteligentes que serían utilizadas en un mecanismo de datos encriptados para alertar potenciales riesgos de contagio.
Los registros de las identificaciones digitales involucradas se almacenarían en servidores de computadoras remotas, pero las compañías dicen que no se podrían usar para desenmascarar la verdadera identidad de un individuo específico.
Además, el proceso de correspondencia de contactos se llevaría a cabo en los teléfonos en lugar de hacerlo de forma centralizada en servidores.
Según indicaron, la segunda fase de la iniciativa implicará la creación de capacidades de seguimiento de contactos en los sistemas operativos iOS y Android y los usuarios podrían activar y desactivar este modo sin tener que descargar una aplicación.
Por eso las empresas valoran incluir esta herramienta en futuras actualizaciones de sus sistemas operativos, lo que facilitaría eliminarla una vez que se controle la pandemia.
1. ¿Cómo funcionará?
Con Bluetooth. Ni GPS, ni antenas de móvil. Nuestros móviles hablarán cuando estén cerca durante los minutos en los que pueda existir posibilidad de contagio (no simplemente al cruzarse por la calle) e intercambiarán un código. Todos iremos por la calle con dos listas: “Códigos que he mandado” y “códigos que he recibido”. Cuando alguien se infecte, su lista de “códigos que he mandado” se subirá a un servidor. Nuestros móviles irán preguntando a ese servidor si entre los códigos que “hemos recibido” los hay de infectados. Mientras no haya coincidencia, podremos llevar vida normal. Cuando la haya, se lanzará una alerta y se decretará una cuarentena o lo que decida cada autoridad.
Las ventajas de trabajar a nivel de sistema operativo es que se garantiza la interoperabilidad de protocolos global, que el gasto de batería puede reducirse y que, cuando llegue, la app estará en todos los móviles.
2. ¿Estaré obligado?
Es pronto para decirlo con certeza. Los usuarios sabrán en principio con transparencia y claridad que les llega la app o interfaz del rastreo. Podrán o no aceptarla. Pero ya sabemos cómo son estos permisos y cómo suelen aceptarse sin reflexión. Así que por ahora no sería obligatorio (del todo).
3. ¿Y la privacidad?
Esto requiere un salto de confianza. Google insiste en que la privacidad es el centro de su diseño. Pero pone un protocolo que permitirá construir apps o interfaces desarrolladas por cientos de actores en docenas de países. Por ejemplo, saber la localización de cada usuario no será necesario. Da igual si el móvil de un usuario ve a un infectado en el cine o en el autobús. ¿Pero podrían pedir las apps nacionales que la localización se activara para, por ejemplo, saber si el foco de contagio pudo ser en un medio de transporte público? Tiene pinta de que sí. Lo mismo podría suceder con la identidad del usuario.
La gran diferencia aquí sería si la alerta de contagio se produjera solo en el móvil de cada usuario y cada uno actuara en consecuencia a ese anuncio. O, por el contrario, si una autoridad superior controlara esos contactos, mandara las alertas e impusiera unas acciones. Una autoridad que podría además pedir la localización y cualquier cosa.
Más preguntas difíciles: ¿podrán los usuarios desactivar el bluetooth en momentos determinados? Deberían poder. ¿Podrán decidir qué días mandan información al servidor cuando están infectados y qué días no? Parece complicado. Hay montones de dudas que pueden convertirse en parte de nuestra vida cotidiana en los próximos meses.
Las compañías han colaborado con un proyecto europeo llamado PEPP (siglas en inglés de sistema de Trazado de Proximidad que Preserve la Privacidad Paneuropeo). El proyecto ha despegado en escasas dos semanas. Dentro de PEPP, que es un paraguas de protocolos, hay proyectos esencialmente decentralizados, como DP3T, y que los gobiernos también podrían adoptar.
4. ¿Y los gobiernos?
Serán claves. Cada autoridad competente decidirá el nivel de intrusión de su app. La gran diferencia es el papel de las autoridades a la hora de alertar, trazar o controlar a infectados y focos. Los epidemiólogos o decisores públicos pueden valorar qué nivel de intromisión en la sociedad necesitan para controlar la pandemia: unos dicen que quizá total, como en China. Otros son menos estrictos y creen que con una mayoría de ciudadanos que controle sus contactos sería suficiente.
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